¿Has probado alguna vez a ser invisible? Pues funciona. Bueno, si eres un tío corriente almenos, funciona. Lo probé una vez. Fui al cine y entré en la tienda de chuches. Como siempre, cogí regaliz, me encanta. Y los supositorios de colores... ya desde niño me gustaban muchísimo e imagina cosas con ellos, pues puedes comerlos de uno en uno, lamerlos hasta que sólo queda el regaliz de su interior, ponerte dos a la vez en la boca como un bampiro... dan para mucho. Cuando terminé salí y ya está. Me senté tranquilamente en un sofá frente a frente a la tienda. Sabían el doble no buenos, curioso. Unas jóvenes que entraron no tuvieron tanta suerte, claro, no les quitaban el ojo de encima!
Lo peor de todo es que hay gente que son invisibles no porque no se les vean, sino porque no existen. El poder de la mente es incalculable. Puede parecer una obvidad, pero es un hecho que aprendí hace tiempo. Porque al final, las cosas valen por la intensidad que las deseas. ¿No te ha pasado nunca que quieres mucho, mucho, un juego y cuando lo tienes, un tiempo después se queda apartado debajo de un montón de cosas? A eso me refiero. Con las personas pasa lo mismo. Existen en el mismo grado en que éstas son capaces de compartir, comunicar, expresar, ilusionar, amar, odiar, enseñar, aprender, olvidar, encariñar, crecer; pero hay personas apáticas, totalmente incapaces de hacerlo en su plenitud. Es como tener un orgasmo y que no puedas eyacular. ¿Jode, no? Su incapacidad los vuelve invisibles hasta el punto que dejan de existir. La gente se olvida de sus aniversarios primero. Luego, de llamarles por navidad, y poco a poco así, de todo. Hasta que ya no sabes más cómo se llama, dónde vive ni de quienes son sus amigos. Yo conozco gente que es así. Los llamo las "almas muertas"...
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